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Hace algunos años, mi hermana dibujó la fachada de la 
Es una lámina a la que tenemos cariño. Me la regaló en 2018.

El año siguiente estuve dibujando la casa donde creció mi madre. Pensé que aquello también podría ser un buen regalo. Es un dibujo lento que aún no he acabado.

A finales de 2019, Adriana se emocionaba al marchar del piso en el que vivía. Me compartió algunas fotografías que tomó para despedirse. Y a Andrea le debía una, el suyo fue el primer retrato.

Luego he tenido mucha suerte.